jueves, 9 de julio de 2009

¿Hay alguien ahí?

¿Cómo poner fin a un largo periodo de injustificada inactividad blogueril? Eso mismo estaba preguntándome yo ahora mismo. La verdad es que no vuelvo a actualizar porque haya tenido una revelación divina. Es la sensación de desasosiego que experimento al visitar mi propio espacio, que si en lugar de unos y ceros, estuviese fabricado con cemento y ladrillos, se encontraría ya cercado y en peligro de un inminente derrumbe.

Acontecimientos no han faltado para poner al día este despropósito de diseño exquisito.

Es tiempo de estrellas. Estrellas que se apagan, y otras que se encuentran en su máximo esplendor. Michael Jackson era una de ellas, aunque su resplandor era ya intermitente y frágil. Él se empeñaba en negar la evidencia y ensayaba con efusividad sus pasos de baile, como terapia de choque contra el monstruo que se cernía sobre su figura, gravemente mancillada, manchada pero sin pigmentación. Se decía que debajo de ese cuerpo esquelético y desfigurado había un corazón de oro, pero a pesar de que éste es un metal muy valioso, no ha podido resistir los envites de pastillas y vida desordenada que ha llevado al artista a una muerte prematura.

Mientras tanto 80.000 personas de cuerpo presente, y otras tantas desde su país de origen se ocupan de encumbrar a otra estrella: la del arrogante portugués Ronaldo; aunque me atrevo a augurar con total convicción que su hegemonía celestial no se verá alargada más allá de lo que su gigantesco ego desearía. El éxito deportivo es efímero, pero el legado de Jackson quedará grabado en la mente de generaciones de humanos.

Por otra parte, en el panorama político-textil español, el debate mediático gira en torno a las acusaciones de las que es objeto Francisco Camps, por haber recibido como soborno unos cuantos trajes. Podrían seguir la investigación en la página del MARCA, como un culebrón de verano más. La agonía de este político es una forma de información ligera; una trama para el verano, con sus episodios periódicos y fácilmente digeribles. A mí me parece tremendamente aburrido y reiterativo el asunto, además los personajes no enganchan, ni con esos perfilados bigotes. Pero bueno, lo encuentro comprensible, todo marcha bastante bien y hay que buscar cosas con las que rellenar.