viernes, 27 de noviembre de 2009

Lolita

La vida de Humbert Humbert, viudo, reservado y docto profesor de universidad con una existencia presumiblemente monótona podría haber seguido un curso normal si no hubiera decidido visitar la casa de la señora Haze para buscar alojamiento en Ramsdale, New Hampshire. Por fortuna o por desgracia, la hija de la señora Haze resulta ser una ninfa pre-adolescente de bucles dorados y atrayente figura, algo que podemos ver reflejado en la expresión de la cara de Humbert al observarla por vez primera en el jardín de su casa. Una visión que despierta en el profesor sensaciones contradictorias. Comenzará entonces una ardua lucha interior entre el condicionamiento social que le inhibe de lanzarse hacia ella y la inevitable atracción que aún así consigue esconder a duras penas.

El maestro Kubrick se desliza con soltura por una historia sobre la obsesión sexual y cómo ésta puede derivarse en otros desórdenes, que acabarán por mermar psicológicamente la amueblada cabeza de un hombre cultivado, consciente de la aberración social que suponen sus pensamientos libidinosos; un tabú que intenta evitar auto-proclamándose nueva figura paterna de la joven, aunque el espectador percibe una mirada en los ojos del profesor distinta de la que un padre dedicaría a su hija.

La siempre difícil combinación de géneros se ejecuta en Lolita con magistral armonía, añadiendo detalles cómicos a una auténtica tragedia (incluso con un guiño a la "Slapstick comedy"), conformando un film sólido y equilibrado. Una adaptación cinematográfica muy personal, como lo eran todos los trabajos de Kubrick, y en definitiva, un cuento sin moraleja alguna ya que todo deriva de lo fortuito hasta converger en lo ineludible y nefasto.