miércoles, 5 de agosto de 2009

Palomitas medianas y un plumón




He descubierto mediante un simple razonamiento -basado muy a mi pesar en la más nefasta experiencia personal- la causa fundamental por la que las salas de cine están desiertas. La bajísima afluencia de espectadores en las salas españolas no se debe al abusivo precio de las entradas, ni a la proliferación de las descargas ilegales y los sistemas que permiten ver películas on-line, ni mucho menos se le puede echar la culpa a la crisis creativa que azota hollywood y abofetea la industria patria.

La gente no va al cine simple y llanamente porque allí hace mucho frío. A nadie le apetece pagar la cifra a la que asciende la entrada -que ya oscila alrededor de los 7 euros- para adentrarse en un inhóspito y lóbrego cubículo al que le falta únicamente una ventisca blanca para emular perfectamente a un ecosistema siberiano.

"Pero hombre, ahora con las altas temperaturas se agradece un poco de fresquito."

¿Un poco? Lo que se produce al entrar a la sala de cine no es un pequeño cambio de temperatura; parece que hemos cambiado de trópico.

4 comentarios:

  1. Tronchante artículo y escalofriante verdad (en todos los sentidos. Si al entrar al cine estaba pasando un calor importante, fue llevar la película media hora y desear haberme llevado una rebequita... Claro a ello hay que sumarle que era la sesión golfa y había cuatro gatos en la fría e inhóspita sala oscura.

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  2. Totalmente de acuerdo!! ajajajjajaja

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  3. Hay una razón para todo esto. Al cine los jóvenes van a lo que van...y claro, la temperatura ambiente sube. SOLUCIóN: Aire acondicionado a bajas temperaturas!

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